Barcelona. Editorial Gustavo Gili. 2001.
180 páginas. 16,00
Acompaño la propuesta de lectura con una recensión inédita que hice de este libro a principio de los noventa, para una revista universitaria de Arte, que después no llegó a editarse.
LA GRAMÁTICA CLÁSICA EN LA ARQUITECTURA
(Un estudio sobre la Historia del Clasicismo).
Máximo especialista inglés en el campo de la historia de la arquitectura, sobre la que ha publicado una ingente bibliografía,
John Summerson, fue además director del Sir Jhon Soane's Museum de Londres. Ha realizado también incursiones en la didáctica del arte clásico.
Con estos antecedentes se comprende las numerosas ediciones que han visto la luz de este libro que da pie a este comentario; su título
El lenguaje clásico de la arquitectura, recoge los guiones de radio, revisados, de seis charlas para la BBC, emitidas en mayo y julio de 1963.
El libro pretende conseguir una reflexión sobre la arquitectura para llegar más allá de la simple contemplación. Propone desde un lenguaje sencillo, pero muy sugerente, los distintos aspectos teóricos de las particiones y de las modulaciones del espacio (línea, superficie y volumen) así como los aspectos históricos y formales de la gramática clásica en la arquitectura.
Acompañan al texto una selección de fotografías que completan y hacen más accesible el contenido gramatical, médula de todo el Clasicismo.
Inicia los dos primeros capítulos con un ejercicio narrativo combinando la erudición y la divulgación, narrando el papel ejercido por Vitrubio, Alberti y Serlio en la definición de los órdenes arquitectónicos y como éstos se convirtieron en la piedra angular de la arquitectura clásica.
Realizando una analogía con el lenguaje nos desvela las múltiples combinaciones de los órdenes, sus reglas, sus posibilidades de relieve, intensidad, usos, la conjunción de arcos y columnas, los tiempos marcados por los intercolumnios.
Los edificios que han contribuido al lenguaje clásico y las obras predecesoras que han marcado un hito en la arquitectura, van desgranándose para llegar a la conclusión de que el poderío inventivo del arquitecto, a pesar de las reglas (su acatamiento o desafío), se vierte en múltiples registros, incluido los poemáticos, dramáticos, aforísticos, racionales o colosales.
El tercer capítulo nos descubre a los grandes geómetras del Renacimiento: Bramante, Alberti, Palladio, Rafael, Miguel Ángel que aparecen en el texto como la combinación del intelectual crítico y del estudioso de los modelos antiguos pero con un formidable impulso creador.
Centrándonos en Miguel Ángel, el autor lo presenta como el reformulador de la anquilosada gramática Vitrubiana. Desde ese momento los órdenes se alargarán, se comprimirán, se desdoblarán elásticamente, al arbitrio del arquitecto.
El aire reformulador incluso llegará a los muros, que pierden su rigidez plana, euclidiana, para encorvarse como en San Carlo de Borromini.
Tras el período Barroco se intenta recuperar los mitos y los símbolos de Vitrubio, aparecen filósofos buscando la verdad que hay detrás de Roma, verdad estructural y estética que tenían los órdenes arquitectónicos en sus orígenes. La búsqueda hacia el origen de la arquitectura conducirá hacia líneas más racionales.
Laugier fue uno de los máximos representantes de este período ilustrado, inaugurando también un tema básico de la cultura contemporánea, al entender el embellecimiento de la ciudad como un bosque. La ciudad como bosque supone negar su carácter artificial.
No sólo la razón aparece en esta época, el espíritu de Piranesi marcará un grado de imaginación irresistible.
La arqueología marcará la siguiente etapa con un
revival griego que se propaga desde Inglaterra por Europa y América, salpicando las ciudades más importantes: Londres, París, Berlín, Washington, Nueva York, Chicago, hasta las primeras décadas de nuestro siglo.
En el sexto y último capítulo, Summerson nos narra la desaparición de los órdenes arquitectónicos, pero abre una puerta para aquellos creadores que con sensibilidad moderna, en sus edificios, aún tengan un sentido de el ritmo clásico y las proporciones, donde la sección áurea se detecta como una de las reglas de la cosmogonía clásica.
El libro de Summerson no abruma con una ingente erudición documental y técnica, creo que logra ese difícil equilibrio entre la metodología histórica y el análisis y comprensión de las técnicas y el lenguaje del arte clásico (arquitectura clásica), convirtiendo la lectura en un juego pedagógico entre el texto y las imágenes.
Madrid, 1993.
José Luis Martínez Rubio.
Una búsqueda muy nuestra. Averigua quién es el torero del cuadro, y porqué ha pasado a la historia como una gran figura de la tauromaquia. Localiza el artista que pintó el cuadro y dí que relación tenían los dos.
